Y la razón es que la tormenta 
no  es  algo  que  venga  de  lejos  y  que  no  guarde  relación  contigo.  Esta 
tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo  
único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza,  taparte 
con  fuerza  los  ojos  y  las  orejas  para  que  no  se  te  llenen  de  arena  e  ir 
atravesándola  paso  a  paso.  Y  en  su  interior  no  hay  sol,  ni  luna,  ni 
dirección,  a  veces  ni  siquiera  existe  el  tiempo.  Allí  sólo  hay  una  arena 
blanca  y  fina,  como  polvo  de  huesos,  danzando  en  lo  alto  del  cielo. 
Imagínate una tormenta como ésta. 
Me imagino una tormenta como ésa. Un blanco remolino que apunta 
al cielo, irguiéndose vertical como una gruesa maroma. Mantengo los ojos 
y  las  orejas  fuertemente  tapados  con  ambas  manos.  Para  que  la  fina 
arena no se me meta en el cuerpo. La tormenta se acerca deprisa. Desde 
lejos  puedo  sentir  la  fuerza  del  viento  en  la  piel. Va  a  engullirme  de  un 
momento a otro. 

*Frag de Kafka en la orilla de Murakami.-

3 comentarios:

  1. Buenas Noches,
    Tanto tiempo,
    Hermoso nuevo diseño...

    Se la extrañana por estos pagos querida amiga.
    Es un placer leer nuevamente sus textos.
    Espero encontrarnos mas seguido.
    Besos!

    Au Revoir...

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  2. GRACIAS, ETERNNAL!!! Me alegra verlo por aqui, ahora recorreré sus dominios nocturnos, allá voyyyyy Besos.!

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  3. yo también espero encontrarte mas seguido. Un cariño grandote!

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