Y la razón es que la tormenta
no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta
tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo
único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte
con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir
atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni
dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena
blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo.
Imagínate una tormenta como ésta.
Me imagino una tormenta como ésa. Un blanco remolino que apunta
al cielo, irguiéndose vertical como una gruesa maroma. Mantengo los ojos
y las orejas fuertemente tapados con ambas manos. Para que la fina
arena no se me meta en el cuerpo. La tormenta se acerca deprisa. Desde
lejos puedo sentir la fuerza del viento en la piel. Va a engullirme de un
momento a otro.
*Frag de Kafka en la orilla de Murakami.-
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Buenas Noches,
ResponderEliminarTanto tiempo,
Hermoso nuevo diseño...
Se la extrañana por estos pagos querida amiga.
Es un placer leer nuevamente sus textos.
Espero encontrarnos mas seguido.
Besos!
Au Revoir...
GRACIAS, ETERNNAL!!! Me alegra verlo por aqui, ahora recorreré sus dominios nocturnos, allá voyyyyy Besos.!
ResponderEliminaryo también espero encontrarte mas seguido. Un cariño grandote!
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