cada vez que vuelvo a ese cubo de luz en donde flotan tus ojos submarinos cada vez que intento devolverme a tu traje de acuanauta y a tu músculo ceñido y que regresan las tardes de intrépidas tormentas y mi entonces pequeño cuerpo atiborrado de cables telefónicos en una estéril cabina de un pueblo del sur cada vez que reanudo la muerte de la amiga el raso púrpura que te endulzaba el semen derrochado o cada vez que tu dedo interminable merodea esta silla que ahora me deleita cada vez que en posiciones extremas los ojos incautos de los vecinos se impregnan en el vidrio, en la maceta cómplice cada vez que me zambullo en la opulenta carne que aún bebemos gota a gota en lo que se sueña cada vez que en tu diáfana ingle de aguardiente me rozas la vida la urgencia las amarras (era el tiempo imprevisto, el tiempo de la cadena que aún luzco en noches de fiesta, era tu pierna erecta como un mástil de fiebre, el incesante automóvil hacia el hotel que todavía nace en el sur, la duermevela con que adherimos nuestros cuerpos a través de kilómetros de espera, el tibio escozor de aquello que perdura aunque nos duela) cada vez que trago lo que extraigo de tu densa piel después del mar sé que alguien conspira contra el mundo y grita que no debo sin embargo yo me acerco a mi acuática mochila para olerte como se huelen los búfalos antes de aparearse como se huelen las camisas aún tibias de los muertos como se huele el siempre fresco cadáver de la infancia PATRICIA DÍAZ BIALET La inmersión nos refleja. |
UNA URGENCIA DE AMARRAS
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Oooh madre mía... cuándo la volveré a leer? Extraño su poesía de sus extrañas entrañas... está bien la vida?
ResponderEliminarLe mando muchos abrazos, besos y demases.
La vida está más que bien, feliz, apacible y deseable... Muuuuchos besos, abrazos y demases!!! Extráñola in exceso, sépalo!!!
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