La luna desviste las rosas; de historias plebeyas las despoja:
En su vientre arden dos carro de tiro
Cargados de estopa.
Desnuda y ósea,
Se lanza hacia la noche sin fondo
Que abre sus fauces calientes
Para que la blanca hija se eche, coronada de arrorróes
Sables y diente rojos…
Eternos vientos de leyenda le humedecen la frente.
Es la hora del nada más, del ven acá, de las rotas cadenas y los puentes levadizos.
Se cierra una puerta.
Ahora el rotomundo descansará de esta maratón sin premios ni apremios
que dice ser la vida...
muy hermosas tus palabras
ResponderEliminar:)
Gracias, ALA_STRANGE. mE GUSTA TU BLOG, TE LO DIJE EN ULULARIA. UN ABRAZO
ResponderEliminar